domingo, 2 de diciembre de 2012

la_pal_m@

Se me dificulta tanto ponerme a escribir sobre 'este proceso'. No encuentro el tiempo, ni las letras, ni la forma... ni siquiera se qué quiero decir, no tengo certeza de si realmente deseo expresar algo. A veces creo que he tenido tan poco tiempo para mí que se repite la historia de la lejanía con el yo aquel (el otro). A veces también pienso que simple y sencillamente así es como ha venido a ser: esta maraña de cosas que me mantienen fuera de los espacios como éste, escribiendo como ahora, revisando fotografías como el tiempo lo requiere y determinando lo que ahora me pasa por la mente y el alma; como si debiera hacerlo.

No hay mucho qué decir. Sólo navego, sin rumbo, sin saber expresar lo que ocurre en el entorno. Quizá estoy distraído, quizá -tan sólo- más concentrado que nunca. De cualquier forma, en el vaivén de los días, hay imágenes que se van quedando grabadas; son como el nuevo paisaje de la cotidianeidad, pintado de aquellos pequeños detalles que hacen la vida y, como siempre, gana el impulso de dedicarle un tiempo a la medicina,

Aqui dejo -en la misma- dos de ellas; son el aderezo de los días con viento: la palma. Por momentos pareciera que susurra voces, olas y ríos con el viento de la tarde; en otras ocasiones pareciése sólo dispuesta a brillar nocturna en el silencio, para ladrarle obscenidades a la noche.

: )
 

martes, 2 de octubre de 2012

atado

Me he sentido tan apartado de mi, y a la vez tan conectado con mi entorno... En ocasiones intento sentarme a escribir lo que me pasa por la mente, y lo percibo tan impersonal y desconocido y, a la vez, tan congruente con el yo de estos días.

No sé, es una sensación extraña: Me pesan algunas cosas y otras me vienen con un sentido de renovación tan extremo que me estimula bastante. Siento nostalgia por la cámara, por todo lo que he dejado de hacer en estos días, por las imágenes que no capté. Me pesa la no-lectura, la falta de espacios alejados de la civilización tan agobiante, de las falsas creencias, de la corroida estructura social... Me hace falta tener tiempo para perderme entre la arena de una playa desierta (hamaca y atardeceres, solamente). Cómo he necesitado de todo ese alimento para mi abismo y me ha calado en la piel que tanto trabajo y tantas ataduras laborales y profesionales me impidan hacer eso y más.

Sentirme atado. Quizá por primera vez me siento realmente atado y veo que implica, en ocasiones, sacrificar la libertad del camino hacia ningún lugar. Tiene su complejidad... y su recompensa.

Claro que falta todo aquello, pero algo indescriptible viene en camino; algo desconocido, sugestivo, indescifrable, misterioso, algo imponente! El viaje! El gran viaje de la incertidumbre, el camino que nos conduce a nosotros mismos (el dolor que sana). No lo habría emprender de no ser por esta nueva atadura, esta sistematización de labores que ofrecen cierta estabilidad económica (como al final, todo gira en todo a lo económico)... Así que, por tanto, por el momento no puede uno darse el lujo de renunciar al cimiento. En él construiremos esta idea.

Insisto, tan conectado con mi entorno y tan nostálgico del yo que por momentos se esconde, que la verdad es que no sé qué escribir.

viernes, 7 de septiembre de 2012

#choe

Para despues de desempolvar y haber rascado un poco en los textos del bahúl de los pasados... una imagen fresca. Intriga la intriga en la mirada de mi sobrina; la calma y la armonía que la reinan. Su mundo!.

viernes, 24 de agosto de 2012

conclusiones inconclusas

Muchas veces uno se preocupa por encontrar, cuando en realidad lo importante es buscar; ir a explorar, escarbar. No creo en absoluto saber con certeza qué es lo que quiero; al contrario, pienso que me mantengo en esa búsqueda eterna del 'nosequé' -llámale como quieras-, en ese camino sin fin que se recorre no porqure valga la pena lo que hay al final, sino porque lo andado y lo vivido es lo único tangible.

No saber lo que quiero es, precisamente, lo que me ha llevado a dar otros/estos pasos, a caminar por otros/mis senderos, a explorar otros/tus labios, otro tú; a (des)conocer lo que ahora conozco y, eventualmente, a ser quién soy.

Tomo mis desiciones equivocadas, me embarco en expediciones estúpidas, me dejo guiar por el olor a piel morena, me dejo cegar por la cortina de su pelo, oscuro como tormentas; me envuelvo de dudas, me ahogo en confusiones. Sí, todo es resultado de mi entorno y siempre he tenido que responder por todo ello, asumo en todo momento -y lo seguiré haciendo- las consecuencia de mi (des)construcción. Pero también sé darme cuenta cuando he seguido los pasos ajenos, ver bajo la lupa qué tanto he avanzado en el camino equivocado.

Cuando seguí -por ejemplo- los pasos de sus piernas, todos los verbos se conjugaban en un mismo sentido, parecían sincronizados. Al dejarme empapar de esos labios adictivos, parecía que sabía bien lo que hacía: que me entregaba voluntariamente al descubrimiento de ese misterio que era su clítoris; se percibia que conocía bien las reglas del juego y que participaba cauteloso, seguro de mí, dispuesto a no terminar con restas y dividenos, con minusvalías y nostalgias. Bastó una sesión con su entrepierna, una dosis de sonrisas tatuadas y un cúmulo de susurros, y caí en las redes de esta extraña sensación que me sucede con su ausencia/presencia.

Y me viene complicada, difícil de digerir... No saber qué hacer en la dualidad de la voz y el silencio; en la de verla y no poder tocarla; la de tocarla pero no poder penetrar sus emociones. Simplemente me viene inmanejable. Quizá lo que ahora me corresponde hacer es descubrir qué tanto han sido aquellos (sus propios espacios) mis contextos y entornos. No pretendo tener certezas, sino simplemente iniciar una nueva búsqueda, trazar nuevos rumbos y empezarlos a andar.

Parece que me desato lento de algunas ideas, de algunas expectativas. Lo peor sería no hacer nada, no reflexionar sobre nada, no llegar a ninguna conclusión (como ahora).

Ejercicio I


Él había esperado tanto tiempo a esa mujer. El día que la despidió para no saber si la volvería a ver, supo que era la misma mujer por la que años atrás había perdido la cabeza. Pensar en ella lo ponía inquieto, ¿sería la misma? ¿Lo amaría como siempre?. Recordó aquellas largas noches de vino y velas, aquellos fines de semana de habitación entera sólo para dos, de sábanas y almohada húmedas y cuerpos tibios. En aquellos meses parecía que el tiempo no pasaba nunca. Los nervios empezaron a invadirlo y las horas a susurrarle que faltaba sólo un poco para su encuentro. Roberto tomó un trago, un gran trago, se arregló con esmero y a su salida, rumbo al aeropuerto, pasó a comprar unos cigarros Camel. Algo en su interior le decía que había estado esperando ansiosamente este día y sin embargo tenía un peso de incertidumbre difícil de cargar.

Llegó al aeropuerto con casi una hora de anticipación. La ocasión no era para menos: 'llegaba Marisa después de haber pasado varios años en el extranjero', así se autojustificó su obsesiva puntualidad. El avión venía a tiempo, o por lo menos eso fue lo que le contestaron cuando preguntó por el vuelo en el mostrador, aunque en realidad tenía doce minutos de retraso. ¿Qué tanto son doce mintuos más después de media década? -pensó. Los nervios cada vez crecían más al interior de Roberto, comenzó a sudar ligeramente. Como no queriendo pensar mucho en lo que iba a pasar, miró las tiendas de curiosidades, paseó por el ancho corredor de manera impaciente, salió a fumar, regresó y miró la pantalla de los vuelos. Había pasado ya sesenta minutos en la termianl y ahora sólo faltaba, irónicamente, esperar un poco más.

Roberto se hizo a la idea y de forma serena se acercó a la puerta. El altavoz anunció el vuelo. En realidad habían pasado más de doce minutos de retraso, pero nada de eso importó cuando empezaron a salir los pasajeros por esa puerta. Un poco después apareció Marisa, notablemente agotada del viaje. El cabello diferente, la postura distinta. La vió y espero. La vió como ve un niño a un juguete reencontrado, la vió mientras sus recuerdos la comparaban con la 'Marisa' de antes, la de hace cinco años. Encontró su mirada y ella la de él, se abrazaron. Él se ofreció a ayudarla con sus maletas. Ninguno de los dos supo reconocer en el otro la sonrisa de la que años atrás se habían enamorado. Aún así se besaron y se alejaron del aeropuerto íntimamente decepcionados. Al salir del edificio Roberto encendió un cigarro y ofreció uno a Marisa. Ambos fumaron.

Intensidad I

Parece mentira, pero ya van varias veces que me lo dicen: "Eres muy intenso" Y esto de alguna u otra forma comienza a preocuparme. Después de darle muchas vueltas a esta idea y de discutirlo con sabias peronas, empiezo a ver las cosas desde otro punto de vista, quiza MI punto de vista, pero igual centrado en los aspectos cardinales de la lógica. Hay varias formas de interpretar esta acusación ('eres muy intenso').

Según el diccionario, del adjetivo 'intenso', 1) es el grado de fuerza con el que se manifiesta un agente natural, una magnitud física, una cualidad, una expresión, etc... 2) Vehemencia de los afectos del ánimo. Para efectos prácticos me quedaré simplemente con el la parte final del primer significado, porque precisamente en esa línea es que me han dicho que padezco de intensidad crónica. Tengo un marcado, significativo, elevado, considerable, singular, particular, desafiante (?), exagerado, incomprendido, desagradable (?), extraordinario "grado de fuerza con el que se manifiesta una (mi forma de) expresión..."

Y entonces después analizo si en realidad eso es algo malo o algo por lo que debería de preocuparme. Eso de "muy" intenso es el parámetro por medio del cual se mide el grado de fuerza con el que yo manifiesto una expresión. Aunque ese "muy" es algo totalmente ambiguo y no corresponde a un sistema de medición válido, haré, por esta ocasión, la excepción de suponer que se trata de un valor alto. Es decir, que el prefijo "muy" intenso, afirma que mi grado de fuerza para manifestar mis expresiones, está sobre el común de los demás grados de fuerza de manifestación de las personas en general.

Bueno. Ahora, a qué me lleva todo esto? Acaso tanta verborrea es el claro ejemplo de mi intensidad manifiesta? Después de haberlo pensado y hablado bastante, llegué a la conclusión de que yo sólo puedo concebir el calificativo 'intenso' como una prueba de pasión por las cosas. Cuáles cosas? Las que sean, las que sean que a cada quien le causen ese ípmetu de empaparse de las expresiones que nos llenan y mueven por dentro, de sumergirse en los mares de lo desconocido con la única intensión de explorarlo todo a pulmón lleno, de adentrarse en los laberintos de aquello que nos provoca una sensación única. Esa es la definición de intensidad con la que me gustaría quedarme (a falta de que alguien me explique mejor lo enormemente equivocado que estoy). La intensidad no es más que ese montón de terminales nerviosas que se estimulan (grado de fuerza manifiesto) cuando escuchamos algo, cuando vemos, tocamos, probamos algo, cuando nos enteramos, pensamos o nos acordamos de algo (expresión). La intensidad es el nivel de conexión que nuestro mundo interior tiene con el exterior. Eso es la intensidad. Y ahora que lo pienso con la debida calma y a la luz de nuevas corrientes ideológicas, es una sensación agradable sentirme intenso, porque sé que mi mundo interior está verdaderamente conectado con los sucesos externos que, de alguna u otra forma, invaden el ámbito de sensaciones y emociones que yo puedo sentir. Lo mismo me pasa con las diversas formas de expresión humana... Me sucede igual con la literatura, me sucede igual con la música, con la pintura, con la fotografía, con la arquitectura, con el cine. Hay algo en todo eso que mueve sensaciones y emociones importantes de mí, sacude terminales nerviosas y toca puntos específicos y entonces, quizá reacciono de manera intensa ante todo eso. Por lo menos sé que no estoy excento de sentir lo que ocurre a mi alrededor, que no me inmuto ante las diversas circunstancias que me afectan. Sé que puedo sentir la (in)justicia en sus diversas formas de expresión y apasionarme por defenderla o señalarla; sé que puedo sentir la intensidad en los colores de las estrellas representadas en el cuadro de Van Gogh (De Sterrenatch), porque así fueron pintadas; sé que puedo revolcarme en la pasión con la que fue escrito 'El Lobo Estepario' de Hermann Hesse e impactarme por lo sencillo y complejo del trabajo fotográfico de Korda y la melodía única de Radiohead o Pink Floyd. Tu, que te dices no ser intens@, o serlo mucho menos, ¿puedes sentir todo eso de la misma forma?

Disyuntiva .

Puede uno pasar las noches en vela pensando en el concepto de soledad, intentando descubrir qué es lo que significa; por qué el hombre le teme tanto a la soledad. Por qué nos hace tanto daño y por qué, a la vez, es algo que necesitamos.

Cómo nos hemos convertido en lobos, cómo ha sido ese proceso, el de mutar a lobos esteparios de estos días. Nos odiamos en multitud, nos violentamos unos a otros; somos una sociedad brutal. Nos asesinamos, nos discriminamos, nos robamos, nos vamos destruyendo y denigrando, no nos respetamos. Toda esa mugre de humanidad que somos, no la podríamos soportar sin la soledad. La soledad es un respiro a nuestras vidas violentas.

A la soledad la vemos como un espejo enorme de verdades y confesiones, se ha convertido en una de las mejores compañías porque sabe escuchar. Todos necesitamos de momentos de soledad para asincerarnos con nosotros y rendirnos cuentas respecto a lo que estamos o no haciendo para que éste deje de ser un mundo tan hostil y uno siga siendo parte de esa brutalidad. En ocasiones únicamente a través de la soledad podemos encontrar la paz que necesitamos, en ocasiones sólo la soledad nos calma, nos consuela, nos quita lo bestias y nos convierte en humanos. Es en ocasiones la soledad el único antídoto para sanarnos. Y con todo y que la soledad nos permite sentirnos en paz, le tememos.

Huímos de ella, la evitamos. ¿por qué será que nos da pavor encontrarnos a nosotros mismos desarmados? ¿de qué no queremos darnos cuenta?

La cuestión es que el temor a la soledad es directamente proporcional a la necesidad de sentirnos solos en la vida, por mero equilibrio y salud mental. Una cosa lleva a la otra...

'lo político'

Me cuesta trabajo escribir como quisiera, buscar la forma de que las palabras digan exactamente todo aquello en lo que mi menté ya pensó y divagó. Nunca me había interesado 'la política'; he sido apático a los procesos electorales en mi país, he anulado en más de una ocasión mi voto e ignorado todo el proceso en anteriores ocasiones, por una simple razón: no creo en el sistema. No se si decir que tengo la fortuna o la desgracia de conocer los aspectos jurídico-políticos que condicionan al Estado, pero con todas las letras que conforman su enunciado, puedo claramente decir que en México no hay legitimidad, sin lo que es imposible que exista la democracia. Si acaso, a lo mucho que llegamos es a tener un sistema de 'partidocracia' mal habida y que ha envenenado profundamente a nuestra Nación, si acaso...

Incluso yo me sorprendo de observame sentado dedicando mis minutos a hablar de política. Sin embargo, en este año, en esta ocasión, en este proceso electoral, bajo las circunstancias actuales en las que me encuentro, tan sólo hablo sobre 'lo político', que es un concepto teórico diferente. Esto a lo que nosotros llamamos 'política' es un concepto equivocado, secuestrado por los partidos, repetido de forma incongruente y hasta el cansancio por los candidatos a los puestos de elección popular, tergiversado por los medios de comuniación, malinterpretado por muchos, incomprendido por la éltie política que ostenta el poder público y lo ejerce en forma inadecuada. Me queda claro que todos somos políticos, ser 'político' es una cualidad inherente de la condición humana. Qué razón tenía Artistóteles cuando nos clasificó como animales políticos (amplíese por favor el concepto de 'animal' no sólo por los aspectos biológicos, sino hasta por la falta de razón y el exceso de estupidez que caracteríza a los humanos). Y bueno, si esto es así, ¿por qué nos cuesta tanto trabajo como sociedad hacer política con sentido, congruencia, valores y razón?

Soy de los que piensa que muy poco, o casi nada, cambiará en los próximos seis años a raíz de las elecciones que tenemos hoy, y no porque no considere que las cosas deban cambiar, sino porque no asocio el concepto de cambio a los procesos electorales, mucho menos a los partidos políticos. No existe una varita mágica para que la situación jurídica, política, económica, social, cultural y teleológica (etcéteras, por favor) cambie de un momento a otro. Pertenezco a esa pequeña parte de los ciudadanos que creemos que el cambio se construye de otras maneras, con otros procesos -internos, personales, colectivos, sociales-. La lucha está allá afuera, en la periferia del sistema del que formamos parte, en todas las pequeñas y grandes cosas que deben verdaderamente cambiar. No son los partidos políticos, no es la alternancia de colores, no son los candidatos: ninguno de ellos representa nada.

...Y sin embargo, no dejamos de ser 'políticos', en tanto que buscamos los acuerdos necesarios para trascender en sociedad.



viernes, 3 de agosto de 2012

fl.ash.inclu.ded




Como siempre me resistí a usarlo, por un momento quise probarlo y me encontré con formas de luz, texturas y estructuras interesantes... Habrá que seguirlo intentando. Tres de (si acaso) cinco imágenes que se tomaron en un rato, con la única intención de revisar la luz artificial del flash.

domingo, 15 de julio de 2012

todo y nada

Sólo lo que se ve, por donde se camina; las imágenes de lo cotidiano, de cualquier cosa, de todo y de nada. Capturas de la diverso en los ángulos de la luz.








jueves, 5 de julio de 2012

el precio del voto

hay varias formas de comprar el voto: una es con despensas, con tarjetas de soriana, a cambio de compromisos absurdos firmados ante Notario; otra es con puestos en instituciones de gobierno, permitiendo excesos o garantizando impunidad,;otra a cambio del entretenimiento barato.. se compran votos de manera colectiva o individual. Pero sólo hay una manera de vender al País sin que, incluso tú que lo vendiste, te des cuenta: simulando elecciones. cuando todo el proceso está corrompido, el resultado es...

domingo, 17 de junio de 2012

d500

Lo que se vive, por donde se pasa.. El autoconocimiento que me brinda ese lente y cómo viene cambiando mi forma de ver y sentir mi entorno, de asombrarme de lo 'cotidiano'; así es como vivo este proceso de encontrarme con la d5000: 'explorar' la cámara. No había tenido ni tiempo de dedicarle un momento en este espacio -que de virtual cada vez tiene menos-. Algunas primeras imágenes de los espacios a los que me hace ir.






miércoles, 6 de junio de 2012

el último de los veintes.

La mayoría de los aniversarios han sido ajenos a mí. Eso de cumplir años se me hace algo tan natural -para mí- como el simple transcurso del tiempo. Luego habrá que, por cada 365 días, ponernos un número. Es curioso... un número no nos define. Lo que hemos hecho y vivido es lo que nos identifica, y a eso habría que aumentarle una lista interminable de experiencias: lo que aprendemos, olvidamos, creamos, lloramos, desatamos, besamos, aprehendemos, arrancamos, liberamos, lo que bebemos y fumamos, reímos, bailamos, tocamos, decimos, escuchamos; lo que perdemos, lo que ganamos. Lo que hemos amado y odiado. Eso, la infinidad de los verbos y las experiencias adquiridas es lo que más importa de un cumpleaños. No las fechas precisas, los días contados, sino la carne que se siente día a día, la piel que duele.

Hace un par de horas decía que ese gran conjunto de pequeñas y grandes acciones, de inexplicables decisiones y bizarros deseos venía a conformar este ambiente tan extraño que me hace sentir inmerso en una tranquila armonía. Veo a mi alrededor y creo que hay varias piezas colocadas en su preciso ángulo, en donde deben estar, son lo que tienen que ser. El resto del 'rompecabezas' -el entorno indefinido, la no-materia, el vacío indescifrable- es una maraña de dudas y apuestas que quiero enfrentar con todo mi ser. Pareciera que este año la batalla interna se percibe y siente con más claridad. Seguramente se venía gestando hace miles de tormentas, pero hoy coincidió que Venus, en un evento astronómico que ocurre cada cientos de años, transitó justo entre la Tierra y el Sol y se percibió como un punto negro pasando entre la eternidad; y a mi se me ocurrió que podría ser este planeta -de hecho sí me tocó verlo durante el atardecer- el pretexto ideal para hacerlo un referente de la transición interna que se viene dando. Este año es el último de los veintes y se van a sentir con todos los poros de la piel, se van a respirar con toda el alma. Los proyectos personales serán la plataforma.

Esas piezas del rompecabezas que son mi propio entorno, mi escenario para existir y derribarme mis barreras, me vienen indicando que mi camino, por donde piso, hay mucha tierra fertil y que si quiero cosechar, es necesario sembrar en todo lo que me fascina. Arraigarlo a la estructura ósea, tatuarlo en la piel, defenderlo, gritarlo, sentirlo con todas sus púas y espinas, y al final saborearlo, sentirlo cómo se va transformando en esencia. Es simple: hay que vivir y disfrutar lo que se vive -incluye la nota con sus bemoles y sus sostenidos-. Seguramente en el camino se descubre que la vida es simplemente una búsqueda; una búsqueda de 'algo' (arriesgado decir que de la 'felicidad' dado que no sabemos ni defiinirla), es simplemente la búsqueda de todo lo que queremos. Lo que más me hace sentir especialmente feliz por este cumpleaños es que mi hambre de descubrir, explorar, experimentar, crecer y tropezar es cada vez mayor... Así que pa'llá voy. Bienvenido el último de los veintes, bienvenido todo.


Gracias.

martes, 5 de junio de 2012

argumento

Y me quedé con las ganas de poder expresar mejor, a mis alumnos, lo que considero yo que es un argumento. La definición puede estar tan explicada que pudiese en ocasiones no entenderse, y para eso sirve mucho mejor un ejemplo. A pregunta expresa: "¿un ejemplo?", me dijo Claudia. Y aquí empieza el problema: la mejor forma de definir lo que es un argumento, empleando un ejemplo para ello, es -precisamente- expresando uno (bien armado, todos los cabos atados).

No puede hacerlo del todo, insisto. Y ahora que lo pienso, el tema de legitimidad de las normas jurídicas y el bienestar social como función esencial del Estado hubiesen sido un terreno fértil para expresar un par de buenos argumentos en el que se pudiese comparar el marco legal que tenemos con el marco legal que deberíamos de tener.

Básicamente el tema es que la función del Estado, entre otras cosas, es garantizar el bienestar social. Y, a la fecha, existen muchas cosas en nuestro sistema económico, político y jurídico que no tienen ninguna relación con el bienestar social. Al contrario, una sociedad que se discrimina, que se viola a sí misma, que se asesina, que se proporciona a sí misma las leyes que permiten al hombre escalar en su codicia, incluso a costa de la vida y dignidad de los de su propia especie (o de cualquier otra); en una sociedad donde el sistema político está diseñado para sumergir cada vez más a una gran parte de la sociedad, permitiendo que una élite de personas, inexplicablemente privilegiadas con el don de la estupidez, asciendan a las esferas del poder desde donde lo controlan. Una sociedad en donde el poder económico puede destruir ecosistemas que no nos pertenecen sólo por dinero, porque ese el principio básico del sistema económico capitalista: que el dinero lo pueda todo... y un sinfín más de cosas. A mi parece que todo esto tiene que ver más con el malestar social.

Y es común que uno se pregunte, bueno, ¿y por qué nada de esto cambia? ¿por qué seguimos siendo una sociedad enferma, en crisis? Y aquí es dónde se inlcuye el tema de la legitimidad de la ley. Si una de las funciones principales del Estado es garantizar el bienestar social y una de las principales herramientas del Estado para el cumplimiento de sus fines, son las normas jurídicas, entonces allí debemos abordar el problema. ¿Acaso no debería ser, nuestro sistema jurídico, un reflejo de la voluntad del pueblo?

Estados en donde es delito grave el robo de cobre, pero no la violencia intrafamiliar; donde es penado el derecho de la mujer para decidir sobre su propio cuerpo, donde es asesiando el derecho fundamental a la libertad de expresión, donde se reprimen a las poblaciones indígenas en pos del tan decepcionante 'progreso'; un Estado en donde se manipula el derecho a la libertad de información, un Estado en el que se secuetra el derecho a la educación y el conocimiento; en donde las instituciones políticias se utilizan en beneficio de unos cuántos y en detrimento de muchos (la ley es erga omnes, dice uno de sus principios); un Estado en el que que se solapa la desigualdad, cuyas instituciones de poder y control se esfuerzan en castigar conductas que no hacen daño a la humanidad, y por permitir que permazeca legales -con todo el peso de de su fuerza pública- lo que sí genera descomposición social. Si las cosas están así en el marco jurídico y el descontento social (y su malestar) es evidente, entonces la ley no representa la voluntad del pueblo.

De esto se trata la legitimidad de la ley, de la relación que debe existir entre la voluntad del pueblo (identificada como el respeto a sus derechos fundamentales -pues son inherentes a la humanidad-) y el marco jurídico que los garantice; que mantenga la estabilidad social, la aceptación generalizada de la ley por acto de razón (en tanto demuestre ser funcional para proporcionar ese tan cotizado 'bienestar'). Si el malestar social es evidente y la ley se mantiene como está en detrimento de varios millones de habitantes de una Nación, entonces -en definitiva- la ley está obligada a cambair. Peor aún cuando se discuten, votan, promulgan y hacen obligatorias leyes que propician un Estado ciego ante su población; cuando por el sistema jurídico la sociedad (y sus derechos) es olvidada. Lo mismo da si la ley existe pero no se aplica (letra muerta, que le dicen), se deben reformar para buscar que su aplicabilidad sea eficaz.

Y cuando l@s muchach@s me preguntan: '¿Entonces? ¿cómo se hace para garantizar eso?' Pues reformando la ley, creando los nuevos instrumentos legales que permitan eso; derogando las viejas estructuras económias y políticas que ya son obsoletas, generando esos cambios -primero- en la ley. Lástima que nuestros políticos actuales -diputados y senadores- estén compitiendo ahora por un pedazo de pastel en vez de representar la voluntad de una población que ya tiene mucho tiempo quejándose de lo mismo.

¿Es eso una razón para modificar la ley? ¿un argumento de por qué el sistema legal debe cambiar? En el por qué de las cosas se incluye ese 'argumento'. ¿Por qué las políticas públicas y el sistema jurídico de nuestro país no son funcionales? Porque (evidentemente) no garantizan el bienestar social y ésa es una función principal del Estado. Quizá termine sin ser entendido del todo, los argumentos -creo- al final son también eso: una postura, una creencia, el conjunto de razonamientos que nos llevan a pensar algo, a construir una idea. Para mi, el argumento es una estructura de ideas (correctas o no), conectadas con la realidad que nos envuelve y la interconceptualización del cómo la percibimos. Habrá quien piense que nada debe cambiar...

viernes, 20 de abril de 2012

definiciones innecesarias.

Se supone que las palabras deban definir las sensaciones, describirlas de tal forma que no quepa duda de cómo nuestro organismo reacciona al entorno. Sin embargo, parece que hace algún par de días que las palabras no me sirven para definir con exactitud lo que siento. Si hago un ejercicio de voluntad indescifrada e intento, aún a pesar de saber que el resultado de esa búsqueda no será del todo perfecto, definir lo que siento, una de las palabras que más se aproxima a definirlo sería 'desorientado'.

No se enteramente qué hacer, aunque percibo esa sensación de sentirme seguro de las cosas que hago y no hago. Me parece que yo no estoy tomando las decisiones de mi alrededor -quizá nunca las había tomado-. O probablemente tomé la decisión de 'no tomar las decisiones' y simplemente dejar las circunstancias al vaivén de los días ocupados, bajo la sombra de la incertidumbre indiferente, entregado a los noches interminables, como dejando al tiempo imponerse ante toda explicación lógica o relativa. En ocasiones decir "yo no sé" es lo más sensato que puede uno expresar.

Así que, yo no sé. Yo no se qué vendrá. Uno hace planes desconociendo que todo en esta vida es verdaderamente impredecible. Se me viene a la mente tu sonrisa, o ese delicado toque de tus manos, pareciera que revivo algunas miradas, alguna vibra tuya que se quedó por aqui almacenada en las almohadas de la cama, y aunque quisiera saber si vendrán de nuevo a mi esas tormentas tuyas, lo único que me se decir es: 'yo no sé'. Y ahora que lo recuerdo, ¿que no había escrito yo sobre la incertidumbre en el pasado?. Supongo que uno cae en el mismo error muchas veces hasta que aprende a aceptar las cosas como solo circunstancias. Escapan de nuestro control. Y toda esta sensación, insisto, me viene indefinible.

Me entrego al delicado silencio de la no-lógica. Me pierdo en mí mismo.

De fondo:

God is an Austronaut - Radau



miércoles, 14 de marzo de 2012

Al Silencio

Oh voz, única voz: todo el hueco del mar,
todo el hueco del mar no bastaría
todo el hueco del cielo,
toda la cavidad de la hermosura
no bastaría para contenerte,
y aunque el hombre callara y este mundo se hundiera
oh majestad, tu nunca,
tú nunca cesarías de estar en todas partes
porque te sobra el tiempo y el ser, única voz,
porque estás y no estás, y casi eres mi Dios
y casi eres mi padre cuando estoy más oscuro.