martes, 2 de octubre de 2012

atado

Me he sentido tan apartado de mi, y a la vez tan conectado con mi entorno... En ocasiones intento sentarme a escribir lo que me pasa por la mente, y lo percibo tan impersonal y desconocido y, a la vez, tan congruente con el yo de estos días.

No sé, es una sensación extraña: Me pesan algunas cosas y otras me vienen con un sentido de renovación tan extremo que me estimula bastante. Siento nostalgia por la cámara, por todo lo que he dejado de hacer en estos días, por las imágenes que no capté. Me pesa la no-lectura, la falta de espacios alejados de la civilización tan agobiante, de las falsas creencias, de la corroida estructura social... Me hace falta tener tiempo para perderme entre la arena de una playa desierta (hamaca y atardeceres, solamente). Cómo he necesitado de todo ese alimento para mi abismo y me ha calado en la piel que tanto trabajo y tantas ataduras laborales y profesionales me impidan hacer eso y más.

Sentirme atado. Quizá por primera vez me siento realmente atado y veo que implica, en ocasiones, sacrificar la libertad del camino hacia ningún lugar. Tiene su complejidad... y su recompensa.

Claro que falta todo aquello, pero algo indescriptible viene en camino; algo desconocido, sugestivo, indescifrable, misterioso, algo imponente! El viaje! El gran viaje de la incertidumbre, el camino que nos conduce a nosotros mismos (el dolor que sana). No lo habría emprender de no ser por esta nueva atadura, esta sistematización de labores que ofrecen cierta estabilidad económica (como al final, todo gira en todo a lo económico)... Así que, por tanto, por el momento no puede uno darse el lujo de renunciar al cimiento. En él construiremos esta idea.

Insisto, tan conectado con mi entorno y tan nostálgico del yo que por momentos se esconde, que la verdad es que no sé qué escribir.