sábado, 24 de diciembre de 2011

For He That Wavereth ...

"
One is supposed to be sumberged into belief
Somehow by a miracle
and from then on to swim in it,
as in the least ambiguos of elements.

And even just a glance towards land
the thought that one perhaps might be there
for something else as well as swimming...

Even the slightest impulse of our amphibious nature is sin !
What they want is an eternal song over the waves in which reason has drowned... "

sábado, 12 de noviembre de 2011

Labios rojos

I

El beso es un sobre cerrado. Su interior contiene los misterios de la humedad, la textura exacta de los labios, el roce preciso de la lengua -tímida de asomarse por completo-, el intercambio de voces y palabras.

El beso es un viaje de olores y sabores, una invitación al cálido aliento, al tibio olor a piel nueva, a piel distinta. Guarda toda la riqueza que oscila libre en melodías dibujadas, y toda la censura de piel que sabe a fuego; todo el sudor de las artes ocultas.

II

Un beso es el ciclo interminable de las olas sobre la arena, un laberinto de miradas y suspiros; es la profundidad del mar tatuada en piel salada; la caricia adecuada, el aliento húmedo, la respiración acelerada. Un beso es esa sonrisa que echa raíces por doquier, esas manos que van curando cicatrices con su argumento de caricias, esos ojos que guardan la fuerza del mar y su marea más salvaje.

III

Un beso tuyo se ha convertido en la extrema experiencia de cada día, el semitono en la escala pentatónica, la mano cálida en la nuca que alivia los demonios, que los domina. Un beso tuyo es una sensación nueva por descubrir cada vez que ocurre, es un nuevo torrente de emociones que fluye como lava hirviente. Un beso tuyo es la cálida brisa de la mañana, un nuevo amanecer con todo el tiempo del universo por delante.

sábado, 24 de septiembre de 2011

El triunfo de la muerte

A veces se habla de la muerte como si se supiera qué es. Se dice, por ejemplo, que es en esencia un eslabón del ciclo de la vida; que en la vida misma va implícita la muerte como la parte cóncava de un arquetipo convexo. Se intenta describir que el paso de los años, se convierte en una invisible pero cruenta batalla para no morir. Se intenta explicar que por vivir libramos una guerra contra la incertidumbre, contra la sensación oscura y silenciosa que implica no respirar. A veces se habla de la muerte como sabiendo que nos llueve la razón, al decir que lo único seguro e irremediable, es que la carne a la larga se pudre y que lo que trasciende es meramente intangible.

Se dice, por ejemplo, que la muerte es un fenómeno laberíntico sin lenguaje y que la sensación de ausencia, fría y permanente -que no necesariamente la ausencia corpórea- tiene como único dialecto al silencio. Se procura explicar cómo la tierra reclama lo suyo, cómo hemos sido polvo, cómo partículas de un mundo insano, cómo cenizas de esa efímera flama a la que llamamos existencia. Se siembran las semillas y se riegan con esa ambigua idea de que la vida es así, aunque la muerte cabalgue libre en su oscuro caballo de omnipotencia.

En ocasiones, cuando se habla de la muerte, se dan explicaciones médicas, químicas, teleológicas, dialécticas, orgánicas y catárticas en donde el equilibrio desempeña el papel principal de la película; designándolo como protagonista de la tragedia. Se dice que morir es la variable x de una ecuación algebraica, imprescindible sólo para descubrir que son los otros valores de la fórmula, los que constituyen la esencia de la vida misma y que en ellos se contiene toda la importancia de la dualidad del ser. Se dice que morir hace al círculo perfecto, que es el contrapeso en la balanza que nos proporciona el equilibrio para vivir -extendiendo la palabra-, permitiéndonos pintar nuestra cotidianeidad, con la única condición de sujetarnos a los caprichos del tiempo y el espacio: su necedad a no envolvernos indefinidamente con su manto de cualidades físicas. Se nos invita a cegarnos ante la x de la ecuación y a explorarnos en el calor corporal del ahora y el hoy.

Se habla tanto de la muerte, y se expresa casi todo de ella por analogía, sólo para concluir que es un claroscuro indescifrable, un túnel profundo con una espesa neblina de lógica y sinsentido al que sólo -y únicamente- se le puede aceptar con todo y su ejército de sombras. Se ahorran los pormenores de tener que admitir la simplicidad del asunto cuando se le describe como la expresó Sabines: como un acto de 'tomar la eternidad como a destajo', y valerse, entonces, de la subjetividad para (des)conocerla. A veces se habla de la muerte como si se supiera que su apariencia -su 'triunfo', lo llama Brueghel- es así...


sábado, 20 de agosto de 2011

libelula II

Volvió a ocurrir,
incertidumbre
vuelvo a buscar las respuestas

Nunca tuve la razón.

Se acercó
engañando
No importó el sabor a vida nueva

Me impregné en su piel

Intento recordar lenguaje corporal
Intento recrear
Intento recordar lenguaje corporal

Intento olvidar…

miércoles, 27 de julio de 2011

básico

chanclita, no tapetito; tapetito, no chanclita!

sábado, 9 de julio de 2011

Libélula desnuda

Volvió a ocurrir,
incertidumbre
vuelvo a buscar las respuestas

Nunca tuve la razón.

Se acercó
en la noche
me impregné en su piel

No importó el sabor a vida nueva

Intento recordar lenguaje corporal
Intento recrear imganes pasadas

Busco la forma de tocar
de masacrar
lo logró con palabras

Y lo volverá a hacer.

viernes, 27 de mayo de 2011

personajes

Y dice el texto:

"
El hecho de que todo hombre sea persona (desde el punto de vista jurídico) - apunta Recaséns Siches - no significa que la personalidad jurídica del individuo se confunda con su realidad humana, o derive de su personalidad moral. El sujeto físico es persona en su calidad de intermediario entre la realidad y los valores, o sea, en cuanto puede intuir y realizar éstos, haciendo que trasciendan de la esfera ideal al mundo de los hechos. La personalidad ética tiene como base la realidad del sujeto, pero es algo más que la simple existencia biológica y psicológica del mismo. De manera semejante, su personalidad jurídica no se confunde con dicha existencia, aunque la suponga. El hombre es sujeto de derecho porque su vida y su actividad relaciónanse con los valores jurídicos. La diversidad entre las personalidades ética y jurídica refleja la diferencia que separa los valores morales y los del derecho. Cuando obra en su carácter de sujeto de facultades y deberes, realiza una de las funciones que le incumben, pero no la única, ni la más elevada. Y en el ejercicio de tal función no desenvuelve íntegramente su esencia, sino sólo una de las facetas de su ser. Podría decirse que como sujeto de obligaciones y derechos no procede propiamente en calidad de individuo, ni en la de sujeto moral, sino en la de miembro de un grupo, o 'animal político'. Por esta razón la conducta del hombre, en el aspecto jurídico, es bilateral y se manifiesta unas veces bajo la categoría del derecho subjetivo y otras en formas de obligaciones de índole exigible.

Para el derecho no viene en cuestión la integridad de mi persona humana, sino solamente alguno de sus actos; además hay que advertir que aquella parte de mi realidad, aquella parte de mi comportamiento de la cual el derecho toma cuenta y razón, no es lo que yo tengo de individuo, no es mi persona real auténtica, ni siquiera aspectos de mi conducta en tanto que verdadero individuo, en tanto que persona humana concreta, sino dimensiones genéricas, comunes, monstrencas e intercambiables con otros sujetos. O lo que es igual, expresado de otro modo: ser persona en derecho, o ser persona de derecho, no es lo mismo que ser hombre individual, que ser persona en sentido radical y plenario, es decir, que ser individuo. Ser individuo es ser yo y no otro; es ser una existencia única, intransferible, incanjeable, irreductible a cualquier otra; es la realidad de mi propia vida, perspectiva en el horizonte del mundo distinta de todas las otras perspectivas que son las demás vidas. La persona auténtica, profunda, entrañable, constituye esa instancia única e intransferible de decisión que somos cada uno de nosotros. En cambio, la personalidad jurídica atribuida al individuo se apoya o se funda precisamente en aquellas dimensiones que éste tiene en común con los demás. La dimensión del hombre que en el derecho funciona como persona es la dimensión que éste tiene de común con los demás sujetos jurídicos, por consiguiente, no su radical individualidad. Y asimismo todas las varias concreciones singulares de la personalidad jurídica en los sujetos denotan aspectos o dimensiones genéricas, intercambiables, esto es, funciones o papeles que, en principio, pueden ser desempeñados por cualquier otro.

El hombre en la plenitud o radicalidad de su propia vida individual, no viene jamás en cuestión para el derecho: en el derecho funciona como sujeto el ciudadano, el contribuyente, el soldado, el juez, el comprador, el arrendatario, el heredero, el moroso, el delincuente. En principio, puede haber cualquier otro sujeto que se encuentre en la situación jurídica de comprador, de ciudadano, de funcionario, de acreedor, etcétera, que en mi persona jurídica se concreta. Todas las determinaciones de mi personalidad jurídica son, por así decirlo, funciones o papeles previamente dibujados, siluetas objetivadas y delineadas de antemano, que lo mismo que por mí, pueden ser desempeñadas por cualquier otro en quien concurran las condiciones previstas. En cambio mi auténtica personalidad, mi vida radicalmente individual, propia y exclusiva, única e intransferible, ésa se halla siempre ausente, fuera de las relaciones jurídicas. "

[ Recaséns Siches ]

A veces creo que uno de tantos problemas de la humanidad estriba en que los gobiernos opresores en todas partes del mundo, se han empeñado en querer, a toda costa y aún a pesar de cualquier daño irreversible que pudieran ocasionar, en regular mediante supuestos e hipótesis jurídicas, la vida radicalmente individual de cada ser humano. Y cuando esto sucede, se pretende de forma obsesiva o se logra, el hombre deja de ser un individuo para convertirse en objeto, en eslabón jurídico como herramienta del Estado para el control social. Pareciera que la intención del Estado (opresor) es convertir a todos los seres humanos en sujetos; no en personas sino en personajes de una realidad ficticia y cruel, en miembros de una película violenta orquestada únicamente para dar vida a sus intereses personales y económicos (que no los intereses de la colectividad, que es la suma de todas las individualidades).

No debe perderse nunca de vista que sujetos del derecho son sólo las personas en sentido estricto y sus relaciones con los demás entes susceptibles de derechos y obligaciones; la individual de todo ser humano, nuestra vida única e intransferible, nuestra existencia radical e intrínseca, auténtica personalidad biológica y psicológica, es una cualidad que el Estado y cualquier otra forma de poder político tiene la obligación de respetar y garantizar. El derecho a ser personas no jurídicas, a ser personas en sentido amplio, a ser únicamente individuos y no objetos de las relaciones jurídicas abstractos de todo sentido humano y la garantía que tenemos de ser no personas de derecho, debe ser recuperada. Y aqui estriba la verdadera libertad del ser humano. Si es necesario, esta garantía deberá ser arrebatada.

lunes, 7 de febrero de 2011

martes, 1 de febrero de 2011

Lo rojo de Febrero


"Todo era blanco; las áves, el océano, el amanecer era blanco [...] Tú eras blanca, personaja, teóloga, loca, bronce, aullido de bronce. [...] A tí te conocí bíblicamente allá por marzo del noventa y ocho" y aún no puedo terminar de comprenderte. Eras una luz en un mundo de sombras y a tu partida, dejaste una marca roja en el asfalto, por eso Febrero es rojo.

[ Violeta Navarro D.E.P. 14/Febrero/ 2009 ]