domingo, 9 de marzo de 2014

Lo recuperado.

Fue inevitable no leerme a mí mismo en mi bitácora del día catorce post-operatorio. ¿que si he avanzado? ... De manera extraordinaria.

A veces uno da por sentado tener facultades poco valoradas o, tal vez, que nos rodean de forma desapercibida. ¿Puedo agacharme, puedo ponerme mis propios calcetines, mover cosas dentro de mi casa, terminar con la fiesta del sudor en piel ajena, alejarme de la ciudad manejando, subir esa vereda con cámara en mano? Eran facultades ya dadas por sentadas, asumidas como posibles dentro de un universo de posibilidades conocidas. Todo se puede, aunque no todo sea conveniente por mi condición actual, y admito el argumento de que mis límites son fronteras auto impuestas. Pero hubo acaso un par de facultades fisiológicas, de esas que pasan mucho tiempo desapercibidas porque no se relacionan en nada -al menos en apariencia- a la sintomatología de la hernia lumbar, que su estabilidad y funcionamiento parecía ya en entredicho. Y vaya que se trata de algo complejo; una función fisiológica difícil de abandonar fue atacada brutalmente por el daño neuronal producto de mi desidia. Entre el control de esfínteres, hablando en sentido amplio y general, y la sensibilidad de una piera o su entumecimiento permanente, eligiría librar la batalla en terreno sacro. Y sin embargo, había muy poco de lo que yo pudiera hacer para trabajar en recuperar lo perdido y altas probabilidades de que las funciones perdidas tuviesen una recuperación normal sin consecuencias irreversibles.

Hoy, a cincuenta y nueve días de la operación, puedo decir que sin darme cuenta he estado ganando en el terreno de la recuperación. re-ha-bi-li-tar. Y no puedo negar que las órdenes de Sasha no influyeran en la excitación neuronal, sino que fue tal la erupción que el orgasmo se trasladó a todo mi entorno personal, tanto que me tiene fente a este teclado buscando la forma de vincular a Sigmund Freud con todo esto. Es una exquisitez regresar a escribir en este espacio mientras me embarga el sentimiento de plenitud y sabiendo que me recuperé a mí mismo, que me devolví lo que aún estaba en entredicho. Al menos merece algunas palabras sueltas y, por fin, una breve pero significativa muestra fotográfica de mi paso por este proceso. Hoy mi neuropatía gana una batalla.

Y debo agregar, por último, que no es producto de la casualidad. Si detrás de todo esto no estuviese 'la Doc' y su minus diez, las terapias, Alma, mi familia, mis amig@s, tod@s l@s que comparten este andar conmigo, no se hubiese logrado la misma victoria.