De forma tranquila y resignada me despedí internamente de ella. Violentada por aquel que disfruta de ser, incluso, el amante de lo ajeno. Esta Fujifilm Finefix me fue arrebatada y ya no será usada (al menos no por mí.) De cualquier forma, como todo y cualquier objeto en la vida, nada dura para siempre. Lo que me queda fue lo que aprendí de esta cámara, todo lo que le movía una y otra vez tratando de descubrir eso que sería el puente que me acercara a la fotografía. Tantos y tan pocos viajes en los que partició y de los que fue parte, tanto que fue maltratada y tan celosamente que era cuidada y valorada. Tonos, filtros, composiciones, sobreexposiciones, movimientos, experimentos, detalles, ensayos y errores... se hizo lo que tenía que hacerse. "La Finepix", como fue bautizada, cumplió exactamente con la función que debía cumplir, y ahora sólo queda disfrutar un poco de lo que su diafragma me permitió capturar.
En la siguiente serie y por partes, lo último que se dibujó digitalmente en la pantalla y que después pudo ser copiado a las laberínticas carpetas que contienen mis fotos. Lo último restacable de 'La Finepx' fue la serie: "El panteón de los gringos" que en siguientes posts comparto.
En la siguiente serie y por partes, lo último que se dibujó digitalmente en la pantalla y que después pudo ser copiado a las laberínticas carpetas que contienen mis fotos. Lo último restacable de 'La Finepx' fue la serie: "El panteón de los gringos" que en siguientes posts comparto.