sábado, 18 de enero de 2014

Sueños post operatorios.

I

[ Pendiente por recordar ... ]

II

[ Pendiente por recordar ... ]

III

[ Habíamos entrado en un universo paralelo. Si tuviera que describir el escenario, lo compararía más fielmente con aquellos lugares viejos y abandonados parecidos a los que la película Kalifornia (Brad Pitt y no se quién más) proyectaba. Ruinas, grandes bodegas abandonadas, industrias derruidas por la soledad.

Mi labor allí consistía en rescatar a una niña de las manos de un psiscópata que, por cierto, era un conocido mío. Recuerdo haber caminado por un terreno árido, al lado una bodega con forma de hangar se iluminaba con la presencia del ocaso. En ese momento tuve una visión de mí mismo acostado en el suelo, boca arriba, viendo las ramas secas de un árbol; entre ellas los ojos abiertos de un niño, mirando fijamente como advirtiendo una especie de peligro. Seguí mi camino.

Al doblar por el terreno árido, una vereda de árboles se dibujo: un camino como de terracería cuidadosamente trazado y delineados por parcelas (cercadas) con arbolado abundandante. Me gustaría decir que se trataba de grandess y viejos pinos, pero desconozco y no me atrevo a diferenciar las especies de árboles por su nombre. En el mejor de los casos se trataba de grandes especímenes, con troncos altos y corrugosos y que proporcionaban una rica sombra. Entre en aquellos terrenos.

De repente, como suele ocurrir, ya me encontraba frente al mencionado psicópata -que insisto era mi amigo, por lo que no hubo confrontación alguna-. La niña de rostro invisible estaba a salvo. "Vámonos" ¿A dónde?, no sé, pero íbamos caminando; yo llevaba a mi psico-amigo amarrado de las manos. Llegamos a una especie de choza (esto será complicado de describir). Era como un iglú de barro, como si se tratara de un horno gigante. Adentro había tres o cuatro criaturas extrañas; cuerpos de papa, cara de humano, un solo ojo tal vez, voz extraña. Mientras me rodeaban e inspeccionaban me di cuenta de que me encontraba ahora atrapada en su pequeño mundo. Una imágen sacada de una cinta de Terry Gilliam.

Mi agitación real empezó a acelerarse, creo, cuando descubrí que me encontraba atrapado en una cueva extraña, rodeada por seres monstruosos. Había allí un teléfono viejo, de aquellos que para marcar es necesario girar un aro con el número correspondiente. Se me dió la oportunidad de marcar porque al elegir un número una puerta (con un pasadizo secreto) se abriría, hacia mi libertad o hacia mi definitiva pérdida en aquel lugar. Elegí creo el 'cero'.

Los pequeños monstruos celebraron que me hubiese equivocado en mi elección. Por alguna razón, dentro de la maraña de sensaciones somníferas parecía que la elección era muy sencilla y, sin embargo, yo había elegido la opción incorrecta. Se abrió un pasadizo oscuro por el que caí lentamente. En mi profundo descenso volví a ver aquellos ojos redondos de niño que -al principio- vislumbré entre las ramas secas. Me recordaron que me habían advertido del peligro.

Desperté a la mañana del martes 14. ]

IV

[ Estaba con Antar en algún lugar, sin recordar cuál. De pronto salíamos porque al parecer necesitábamos algo. 'Vamos pues'. Caminamos por entre el pasto, alzé la vista y parecía que estábamos en la UNAM. Es cuiroso que en algunos lugares de esa Universidad, en la áreas verdes, estudiantes y personas en general suelen estar sentadas en el pasto, bajo un árbol, peloteando un poco, tocando guitarra, fumando un porrito o simplemente platicando. Con nosotros venía Zoe corriendo en el pasto y llegaba con todas las personas que se encontraba a nuestro camino.

"Al suelo, al suelo, al suelo, al suelo..." les gritaba mientras ella misma se tiraba al pasto, boca abajo. Una sonrisa se dibujaba en mi cuerpo dormido. ¡Cómo hace para encontrar frases o plabaras, o ideas extrañas con las cuáles jugar! Las personas con quienes llegaba y que la veían tirarse al piso jugando, supongo que pensaban: 'qué linda niña, vamos haciéndole caso' Y entonces también se tiraban al suelo. Zoe se carcajeaba, se paraba y seguía corriendo. Antar y yo platicábamos algo y veíamos la escena desde lejos. "Al suelo, al suelo, al suelo, al suelo..." Con todas las personas que se encontraba y a quiénes ya estaban sentados o acostados simplemente pasaba y les decía "pipí, pipí, pipí, pipí..."

Quiero imaginar que mi cupero dormido pensaba en evacuar la vejiga y, por ende, la relación el tema de la pipí. Después me aparté de mi hermano, debía buscar algo y me encontré con quien hasta el momento pienso que era David Chávez. Sí, bastante extraño. "Vente por acá", me dijo, y entramos completamente e un mundo diferente, lejos de la 'UNAM' cerca de la nada.

A nuestro alrededor tierra y escombros, pasabamos entre paredes semi destruidas, taquies, tabicobes y piedras acumualdas, debajo de nosotros grandes pozos de concreto abandonados, inservibles. Por un momento nos escondimos en una construcción abandonada que tenía unos extraños biombos (unos tres o cuatro) donde antes había santinarios. No recuerdo si las tazas de baño se encontraban aún allí. Parece que nos estaba buscando el rector de la Universidad, o alguien de ese estilo y preferimos escondernos. Pasado un rato salimos de nuevo a lo que bien bien podría ser un escenario de guerra post-bombardeo.

Caminamos un poco y dentro de uno de esos pozos cuadrados de concreto (unos dos metros de profundidad aproximadamente), había alrededor de unas seis chicas bastante bien, pelo largo, suelto, algunas con shortcitos, vestidas con colores llamativos: verdes, azules, amarillos chidos, sonriendo. Saludaron al Deiv; él me dijo: "unas amigas". Hola! Dije entre tranquilo y efusivo. Pensé que tal vez ligaría con una.

Desperté a la mañana del miércoles 15 ]

V

[ Mierda... Soñé con mierda. ]

VI

[ Ya no hubo sueño y aqui se acaba el post. ]

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