Muchas veces uno se preocupa por encontrar, cuando en realidad lo importante es buscar; ir a explorar, escarbar. No creo en absoluto saber con certeza qué es lo que quiero; al contrario, pienso que me mantengo en esa búsqueda eterna del 'nosequé' -llámale como quieras-, en ese camino sin fin que se recorre no porqure valga la pena lo que hay al final, sino porque lo andado y lo vivido es lo único tangible.
No saber lo que quiero es, precisamente, lo que me ha llevado a dar otros/estos pasos, a caminar por otros/mis senderos, a explorar otros/tus labios, otro tú; a (des)conocer lo que ahora conozco y, eventualmente, a ser quién soy.
Tomo mis desiciones equivocadas, me embarco en expediciones estúpidas, me dejo guiar por el olor a piel morena, me dejo cegar por la cortina de su pelo, oscuro como tormentas; me envuelvo de dudas, me ahogo en confusiones. Sí, todo es resultado de mi entorno y siempre he tenido que responder por todo ello, asumo en todo momento -y lo seguiré haciendo- las consecuencia de mi (des)construcción. Pero también sé darme cuenta cuando he seguido los pasos ajenos, ver bajo la lupa qué tanto he avanzado en el camino equivocado.
Cuando seguí -por ejemplo- los pasos de sus piernas, todos los verbos se conjugaban en un mismo sentido, parecían sincronizados. Al dejarme empapar de esos labios adictivos, parecía que sabía bien lo que hacía: que me entregaba voluntariamente al descubrimiento de ese misterio que era su clítoris; se percibia que conocía bien las reglas del juego y que participaba cauteloso, seguro de mí, dispuesto a no terminar con restas y dividenos, con minusvalías y nostalgias. Bastó una sesión con su entrepierna, una dosis de sonrisas tatuadas y un cúmulo de susurros, y caí en las redes de esta extraña sensación que me sucede con su ausencia/presencia.
Y me viene complicada, difícil de digerir... No saber qué hacer en la dualidad de la voz y el silencio; en la de verla y no poder tocarla; la de tocarla pero no poder penetrar sus emociones. Simplemente me viene inmanejable. Quizá lo que ahora me corresponde hacer es descubrir qué tanto han sido aquellos (sus propios espacios) mis contextos y entornos. No pretendo tener certezas, sino simplemente iniciar una nueva búsqueda, trazar nuevos rumbos y empezarlos a andar.
Parece que me desato lento de algunas ideas, de algunas expectativas. Lo peor sería no hacer nada, no reflexionar sobre nada, no llegar a ninguna conclusión (como ahora).
viernes, 24 de agosto de 2012
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